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Paisaje de Las Tres Sierras

Se encuentra en el Puerto de la Ventana, punto singular de la Sierra Sur de Sevilla y cuyo nombre popular hace mención a las corrientes de viento que circulan por él. Y punto intermedio del trazado de la antigua vereda de Pruna a Villanueva de San Juan que atravesaba estas sierras.

Enclavado en pleno complejo serrano de Las Tres Sierras:

  • A su derecha, en paralelo a la carretera, discurren los cerros de la Sierra del Tablón, en la que se encuentra el punto más alto de la provincia de Sevilla –El Terril 1129 m-

  • Al fondo a la derecha, El Peñón. Formación rocosa imponente de 1121 m de altura, en cuya unión con la Sierra del Tablón se conforma un collado llamado Puerto del Zamorano.

  • Al frente, la Sierra de la Rabitilla (832 m), conjunto de cerros alineados de perfil creciente que confluyen en el Peñón y que suponen la separación entre la cuenca del Guadalete y la del Guadalquivir.

Si sube a cualquiera de ellas por los senderos y veredas que llevan hasta sus cumbres podrá observar territorios de las provincias de Sevilla, Cádiz, Málaga y Granada. Además desde la cumbre del Terril podrá distinguir muchas de las sierras andaluzas colindantes: Sierra de Esparteros, Sierra de Grazalema, Serranía de Ronda (y sus cotas más altas de la Sierra de las Nieves), Sierras del Arco Calizo Central de Málaga (como el Torcal de Antequera), la Subética Cordobesa, Sierra de Loja, Sierras de Tejera y Almijara y tras éstas las cumbres de Sierra Nevada.

Por tanto, el paseo o la subida a cualquiera de estas tres sierras le permitirá realizar actividades deportivas en pleno monte bajo mediterráneo a la vez que disfruta del espectáculo visual perceptible de su entorno.

Las Tres Sierras a Vista de Pájaro

Los cielos de estos imponentes paisajes son cruzados por diversos tipos de aves, desde las majestuosas de gran porte hasta minúsculos aviadores. La única forma de tener una aproximación a sus vistas de pájaro, es subir a las cumbres de algunas de estas sierras que se encuentran en su entorno.

Entre las aves de gran porte de la zona, destacan dos majestuosas, las águilas cazadoras y los búhos reales. Durante el día podrá observar en el cielo planeando mientras otea la superficie algún águila calzada –Hieraaetus pennatus- en busca de alguna pieza de caza. Si espera hasta el atardecer, le sorprenderán los vuelos suaves del búho común (2) –Bubo bubo- y sobre todo el vuelo majestuoso del búho real (3) –Bubo bubo-.

Las pequeñas aves de este entorno llenan de colorido y de sonidos este paisaje. Pequeños pajarillos que, sobre todo al amanecer y al atardecer, alternan revoloteos raudos entre árboles con alegres trinos.

En estas sierras podrá contemplar tanto los colores sobrios de la abubilla o la collalba negra entre otros, como el festival de colores llamativos desplegados en cuerpos, alas o cabezas de picapinos (4) –Dendrocopos major-, petirrojos, colirrojos tizones, o abejarucos (5) –Merops apiaster-.

 

Olores, Colores y Sabores de Las Tres Sierras

En este complejo serrano en el que se encuentra podrá poner a prueba sus sentidos. Entre la vegetación mediterránea de monte bajo, especialmente variada en herbáceas (aromáticas, flores, espinos, etc.) y arbustos (lentiscos, cozcojas, madroños, endrinos, majoletos, etc.) con la presencia de algunos árboles (acebuches, encinas y quejigos), podrá distinguir olores, colores e incluso sabores propios de este paisaje.

En función de cada época del año, podrá ver un mosaico de colores variados y cambiantes respecto a los de otra época. En el otoño podrá disfrutar de los tonos amarillentos y marrones que van tomando la mayoría de arbustos entre los que destacarán los frutos rojos de los madroños (1) –Arbutus unedo-; en invierno el manto verde adquiere toda su intensidad; en primavera el festival de colores de lirios (2) –Iris xiphium- y orquídeas silvestres se ve acompañado por la flor blanca de los majoletos (3) –Crataegus monogyna- y las amarillas de aulagas (4) –Genista scorpius-; y en verano los verdes de fondo se suavizan y entre ellos aparecen toques amarillentos de la manzanilla (5) –Chamaemelum nobile- y azules violáceos de las endrinas (6) –Prunus spinosa- madurando.

También podrá disfrutar de los olores de muchas de estas especies. Mientras pasea por estas sierras, especialmente en verano cuando el calor aprieta y queda menos agua en el subsuelo, los aromas de tomillos, romeros, oréganos, manzanilla, etc. le llegarán con intensidad. En primavera los olores de las flores de jaras y orquídeas así como de los hinojos le agradarán en su paseo.

Curiosidades de Las Tres Sierras

El complejo serrano de Las Tres Sierras también es un lugar interesante por sus curiosidades, leyendas y anécdotas que también lo hacen singular:

En esta sierra del Tablón más alta de la provincia de Sevilla se pueden vivir dos experiencias impresionantes a nivel visual. En noches claras, desde su cumbre se pueden divisar las luces de Sevilla. Cuenta la leyenda que antiguamente las gentes del lugar subían hasta el Terril y desde allí veían "platear" el Guadalquivir. Por otro lado, en la época de nieblas mañaneras del otoño principalmente, aquellos que suban al amanecer o que amanezcan en las cumbres de las sierras tendrán el placer de contemplar una de las más bellas estampas de la zona, un mar de niebla y nubes sobre el que emergen los picos de las sierras (1).

También tienen estas sierras, sus leyendas de personajes históricos. Dada su ubicación al inicio de las cordilleras béticas y cerca de la serranía de Ronda, claramente debió ser lugar de paso y actuación de bandoleros (2) en el s. XIX. Cuenta la leyenda que Francisco Rios "El Pernales", bandolero nacido en Estepa utilizó estas sierras como refugio en alguna ocasión

 

Paisaje desde la ermita

Se encuentra en la ermita del Navazo, lugar de culto ubicado en este promontorio rocoso que se escinde de las estribaciones iniciales de la sierra del Tablón y que domina desde la altura una amplia zona de serranía delimitada por sierras perimetrales.

Por tanto, por su elevada ubicación respecto al entorno, desde aquí podrá divisar un panorama delimitado por diversas secuencias de sierras de varias provincias (Sevilla y Cádiz). Al norte, el complejo serrano de las Tres Sierras (sierra del Tablón –punto más alto de la provincia de Sevilla-, El Peñón y la sierra de la Rabitilla); al Este, en primer término las sierras de Alcalá del Valle y en segundo las sierras de Ronda; al sur, la sierra de El Gastor y la de Grazalema; y al oeste, serranías de la propia población.

Además de las sierras, hacia el sur-sureste podrá observar distintas poblaciones (desde la más cercana: Pruna, Olvera, El Gastor y Zahara de la Sierra) así como sus fortificaciones medievales que formaban parte de la convulsa zona de "frontera" entre el mundo islámico y el cristiano que discurrió desde Algeciras hasta Jaén en los siglos XIII y XIV. Afinando mucho la vista, hacia el sureste se puede descubrir en la última secuencia del horizonte la antigua ciudad romana de Ronda –Arunda-.

 

Curiosidades la Ermita

A su espalda se encuentra la ermita del Navazo, hasta la que es traída la virgen Pura y Limpia Concepción (patrona de Pruna) en su romería el primer domingo de cada mayo. Aunque los orígenes de esta fiesta –pero con carácter penitencial- se pueden remontar al siglo XVII, es desde 1968 cuando se realiza en esta ermita diseñada por el artista local Sánchez Barrera y construida con los donativos del pueblo. El cerro que corona la ermita así como en las dos hoyas situadas al este y oeste del mismo son ocupados por pruneños y foráneos para celebrar dicha romería, montando unas construcciones efímeras llamadas "chozos" en las que pasar el día de celebración hasta la hora de acompañar a la virgen de nuevo hasta su templo en Pruna. Por tanto, al valor paisajístico de este entorno también se le suman los valores antropológicos ligados a la celebración religiosa que aquí tiene lugar.

Dada la altura de este cerro, que no tiene ningún elemento de mayor altura en sus inmediaciones salvo al norte, y dada la distancia a los núcleos de población cercanos, le proporcionan un valor especial como observatorio del cielo nocturno. Es un lugar fantástico para observar con detenimiento el manto de estrellas en cualquier noche clara y mucho más para experimentar la sensación de cualquier lluvia de estrellas que tenga lugar.

Con las cualidades descritas de este singular sitio, cabe entender que además de lugar de culto y de observación paisajística, también haya sido y sea un lugar para el romance...

Paisaje desde el castillo

Se encuentra en el Castillo de Hierro, peñón rocoso situado como un "faro" en el centro de una amplia zona de serranía delimitada por sierras perimetrales. En su cumbre se conservan restos de una torre de vigilancia que forma parte de la convulsa zona de "frontera" entre el mundo islámico y el cristiano que discurrió desde Algeciras hasta Jaén en los siglos XIII y XIV.

En el inicio del ascenso encontrará otros paneles informativos sobre la historia de esta fortaleza mientras disfruta de la frescura de una de las aguas naturales de la fuente del Pilarillo. En el tramo de subida, podrá realizar paradas descansar mientras comtempla el imponente paisaje circundante por ejemplo en el Mirador del Sillón del Rey.

 

Flora y fauna en el Castillo

En este promontorio en el que se encuentra existe una flora y fauna específica que forman parte de su paisaje.

Respecto a la fauna, obviamente un peñón con tajos escarpados como este supone un hábitat especialmente adecuado para determinado tipo de aves. Podrá observar en vuelo y acercándose a las grietas de la piedra a algunos ejemplares de cernícalos primillas (1) –Falco tinniculus- que viven aquí. Una experiencia impresionante es observar los buitres leonados (2) –Gyps fulvus- de la colonia cercana de Zaframagón planeando en torno a este peñón, a veces incluso por debajo de nuestra vista en una estampa inaudita en otros lugares. Además de las aves indicadas, desde recientes fechas se pueden avistar en el Castillo y las peñas colindantes un grupo de cabra montés (3) –Capra pyrenaica- que han fijado aquí su residencia. Para los expertos y curiosos, con paciencia podrán ver todo un catálogo de pequeñas lagartijas de diversos colores, formas y tamaños que aprovechan las rocas para vivir.

En relación a la flora, en un peña rocosa en la que prácticamente todo el suelo es roca es difícil encontrar mucha variedad, no obstante, existen una serie de plantas –predominando las herbáceas- capaces de adaptarse en suelos semiterrosos, de poco espesor y con poca capacidad de retención de agua. Podrá ver y oler aromáticas como el hinojo (4) –Foeniculum vulgare- y tomillo (5) –Thymus vulgaris-, diversos tipos de espinos herbáceos, pequeñas palmeras silvestres y pitas, y en cuanto a árboles, prácticamente se reducen a almendros (6) –Prunus dulcis- en las faldas baja de la montaña.

Curiosidades del Castillo

El nombre "Castillo de Hierro" hace referencia a la dificultad para conquistarlo, pues su doble muralla, el grosor de sus muros, la ausencia de puerta, dos aljibes y lo escarpado de la peña lo hacían inexpugnable. La edificación, que servía de refugio a los pruneños, está situada en la parte más alta de la roca y ésta da nombre a la localidad.

Cuando los griegos en el año 740 a.C. fundan la población la llaman PRUNNA (galeón) porque la roca vista desde el Este se asemeja a la vela de un galeón que navega en un mar de pequeñas elevaciones (1 y 2)

El pueblo de Pruna estaba situado en la falda de la roca quedando en su interior La Fuente del Pilarillo. El año 1457 es muy probable que sea la fecha del inicio del traslado a la ubicación actual situándose las viviendas a lo largo de la Vereda de Osuna a Ronda dónde ya existía un ventorro, hoy Ronda 19 y cerca de un manantial de agua que está situado en la actual Plaza de España.

Dice la leyenda oral, transmitida de abuelos a nietos, cómo fue una de las conquistas de la población perteneciente al Reino Nazarí por Reino de Castilla. Cuentan que el rey de Castilla, posiblemente Alfonso XI, viendo la imposibilidad de conquistar El Castillo de Hierro donde estaban refugiados los pruneños, mandó a sus soldados a capturar machos cabríos, que tienen unos largos y retorcidos cuernos, que estaban pastando en un alcornocal cercano. Esperó a una noche sin Luna, ordenó ataran a los cuernos antorchas, los acercaran a la roca, prendieran fuego a éstas y los jalearan para que subieran por la peña. Cuando los pruneños vieron acercarse las luces pensaron que un poderoso ejército se les aproximaba y decidieron lanzarse al precipicio que hay en la cara Oeste antes de entregarse al rey castellano. Tal fue la cantidad de sangre derramada que llegó hasta un arroyo cercano que desde entonces se conoce como Arroyo Sanguino.